Equilibrio Dicen los sabios que la verdadera felicidad está en el equilibrio. Y es cierto… no estamos hechos para ser felices todo el tiempo. La vida es una montaña rusa: subidas que nos elevan, bajadas que nos estremecen. La misma gravedad que nos sujeta impide que el camino sea siempre recto. Y sin embargo, encuentro lo positivo en el equilibrio de todas las cosas. Todo está bien, todo es perfecto, pero en equilibrio… todo marcha mejor. Así como lo hace la naturaleza, que avanza sin preguntar, mantiene su danza armoniosa mientras el ser humano, con su ignorancia, rompe lo que no comprende. Así como nuestro cuerpo, que en silencio, trabaja con sabiduría si no lo engañamos ni lo forzamos. Así como las golondrinas, que cada primavera vuelven al rincón donde nacieron, ponen sus huevos, alzan el vuelo, y se van antes de que el frío regrese. Así como la Tierra gira sobre sí misma, dando vueltas al inmenso sol que sin pedir nada, nos alimenta con su luz incansable. Así como las flores que nacen y se marchitan, y otras nuevas vuelven a brotar. Como quienes se van, y quienes llegan. Y en la vida diaria, lo excesivo pesa, y lo escaso no alcanza. Lo justo… puede quedarse corto. Ni mucho, ni poco. Equilibrio. Porque en medio del caos, si descubres esa quietud que vive dentro, ese rincón donde todo encuentra pausa, donde el alma respira sin ruido, entonces no importan las curvas del destino ni el rugido de los días— habrás hallado tu raíz. Y cuando el mundo acelere, tú caminarás con el pulso del silencio. Eso… también es plenitud.
